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Cálmate carnalito, le suplicaba apenado el menor de los hermanos Coronel Clara a su incróspido y agresivo hermano que celoso y ofendido le decía al invitado del festín; ¡Chinga tu madre, pinche güerito pendejo ¡la “ofensa” radicaba en una fotografía que la emocionada dama le solicitó al entonces galán de cine y televisión y al momento de la captura fotográfica el reconocido actor posó su brazo en el hombro de la deslumbrada mujer, acción que el obrero local tomó como la mayor afrenta que alguien se hubiera atrevido a hacerle… ya carnal, nos estás haciendo ver mal, le decía el anfitrión …me vale madre, ese pendejo estaba abrazando a mi chinita y ahorita me lo chingo, respondió el “ofendido”; por su parte al aludido le hacía gracia el desfiguro del lugareño y comentaba…es igualito a algunos los actores secundarios de mis películas, esos que la hacen de borrachitos peleoneros pero que en lugar de dar miedo dan risa, el comentario del invitado arrancó las carcajadas de los presentes mientras el bravucón era retirado discretamente del lugar; el incidente pasó, el actor se retiró y entonces el verdadero problema comenzó. “chingaaaaa”, le decía a su conyugue, yo no sé qué le vez a ese cabrón, haber dime, que tiene el que no tenga yo?, pinche abusivo, a ver que hubiera hecho si yo anduviera dándole baje con las viejas que trae?, uno también tiene lo suyo, pues este, que cree que porque hace películas es muy maldito? ¡Ni madres ¡ eso es pura fantasía a mí me la pela, “pinche güerito de rancho”, vociferaba enardecido mientras acariciaba su vieja y destartalada pistola…ya viejo no te enojes solo fue una foto, le decía su esposa, tratando de no soltar la carcajada por los desfiguros del celoso.
Dicen que el tiempo lo cura todo, que se perdona, que se olvida, pero no es este el caso, pues don Fernando Coronel con el instinto de un caimán, desde ese día prohibió en su casa las películas de…Julio Alemán.
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