ORGULLOSAMENTE POLICIA
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Morelia, Michoacán, 7 de marzo de 2024. – Una de las ventajas, al menos para mí, fue nacer en la cabecera Municipal de Huiramba, y digo ventaja porque el trayecto del camión a Morelia solo era de una hora; me considero afortunada porque al estar cursando el tercer año de primaria, en mi pueblo empezó a filmarse una película que en aquella época causo molestia en el ámbito político nacional por la critica que esta hacia al Gobierno; “CALTZONZIN INSPECTOR” incluso fue vetada algunos años, sin embargo esa producción le dio trabajo durante un año a mis paisanos que participaron como extras en el rodaje al igual que el total de los alumnos de la única escuela primaria del lugar, una vez que concluí mis estudios de nivel primaria, perdí todo un año ya que en el pueblo no había escuela secundaria y fue hasta el año siguiente que se instaló la escuela secundaria técnica Numero 45, en la que curse los tres años de rigor. Estudiar el bachillerato fue más complicado, pues el plantel más cercano estaba en el Municipio de Acuitzio del Canje y para llegar a este tomaba dos camiones, o solo uno y tenía que caminar aproximadamente cuarenta minutos hasta la escuela, sin embargo pese al frio, calor, viento o cansancio, el esfuerzo valió la pena; como olvidar aquella fría mañana de enero de 1987 cuando al encontrarme junto al viejo fogón escuchando la radio novela de “Porfirio Cadenas” en un comercial se anunciaba que la Procuraduría General de Justicia del Estado, solicitaba personal para formar parte de la Policía Judicial…Aun lo recuerdo como si fuera ayer, en ese momento corrí por lápiz y papel para apuntar los datos que daban en el anuncio, pero los escasos segundos de duración de este no me lo permitieron, así que todo ese día no me despegue de la radio con la esperanza de volver a escuchar la convocatoria, ese día no se repitió el anuncio, ni al siguiente y fue hasta el tercer día en que finalmente escuche el tan esperado mensaje, las manos me temblaban de emoción y ante la extrañeza de mi madre y hermanos torpemente apunte los escasos datos que se proporcionaban; ese día pareció transcurrir más lento y la noche se me hizo eterna, recuerdo que justo arriba de mi cama había una teja que no estaba bien colocada y por ello había un pequeño agujero a través del que veía las estrellas, esa noche soñé despierta, imagine y me vi como Policía Judicial, definitivamente eso era lo que quería hacer con mi vida; aun no amanecía cuando salí a escondidas de mi casa para dirigirme a la orilla de la carretera y tomar el primer camión que me trasladaría a Morelia…no sé si el autobús venia muy rápido o por la emoción el camino se me hizo muy corto, lo que si se es que encontrar el edificio de la Procuraduría de Justicia fue complicado, pues en aquel entonces estaba prácticamente en la orilla de la Ciudad y por ende el transporte público era muy escaso, cuando finalmente visualice el inmueble de la Procuraduría, camine lentamente hacia la entrada de este, la emoción era tanta que sentía que el corazón se me saldría del pecho, las piernas me temblaban y el sudor de las manos humedeció el folder de cartoncillo donde traía mis documentos, a mi alrededor pasaban varios “JUDICIALES” todos vestidos con pantalón de mezclilla, camisas muy vistosas con estampados de gallos o caballos, chalecos de piel, botas vaqueras de piel exótica, cinturones piteados, sombreros de lana de los llamados “Texanas”, con las pistolas fajadas a la cintura y en el hombro un rifle, sin faltar claro las cadenas y anillos de oro, temerosa le pregunté a uno de esos personajes donde estaba el Instituto de Capacitación y este sin voltear a verme siquiera apuntó con su dedo índice a una puerta de cristal y con voz ronca dijo ¡POR ALLA!, no recuerdo si le agradecí la información, pero no olvido que me dirigí a toda prisa hacia donde me señaló mi futuro “colega”; ya en el Instituto me atendió un hombre alto y delgado quien me pidió los documentos solicitados en la convocatoria, pero por falta de recursos me faltaban las fotografías, tal vez le caí bien o simplemente fue flexible, el caso es que me dijo que yo ya era parte de los aspirantes a Policías Judiciales, que el próximo lunes iniciaba la academia y que ese día llevara las fotografías, sin más por hacer me regrese a mi pueblo, ahora planeando como decirle a mi familia que me iría a Morelia, que inventarles, pues no podían enterarse que mi intención era ser Policía Judicial ya que eso no lo permitirían, así que lo único que se me ocurrió fue decirle a mis padres que me iría a la capital del Estado a trabajar y que viviría en casa de unas amigas, (las dos cosas eran mentira).
El tan esperado lunes llegó y en total éramos ochenta y dos aspirantes, ochenta hombres y dos mujeres, yo estaba alucinada, ese día hicimos trabajos en equipo, y al llegar la hora de la comida discretamente me separé del grupo pues me dio pena no llevar alimentos, además de que ya había planeado que el escaso dinero que tenía para ello, lo utilizaría para hacer solo una comida al día y que esta sería por las noches, una vez que las actividades de la academia concluían caminaba hasta la central de autobuses en ese entonces estaba en pleno centro de la Ciudad y en una de las bancas me acomodaba para dormir utilizando mi maleta de almohada, esa rutina duró hasta que el curso terminó, tres meses de aula, ejercicio, prácticas de tiro y defensa personal, en la graduación me invadió una serie de sentimientos encontrados, pues solo la mitad de los que iniciamos el curso lo concluimos, todos mis compañeros de generación estuvieron acompañados de sus familiares, yo por mi parte era un lujo que no podía darme, pues en mi casa nadie sabía aun que estaba dentro de las filas de la Policía Judicial, además la frágil salud de mi madre me impedía decírselos; sin embargo no había tiempo para festejos o lamentaciones pues a otro día nos asignaron a diferentes áreas o distritos judiciales, a mi me dejaron en Morelia donde fui comisionada a la sección de robos, y tuve la fortuna de estar bajo el mando de un excelente policía investigador de quien aprendí la difícil labor de la investigación criminal en ese ramo, aprendí también que en este trabajo no existen horarios ni días festivos y que todos los días eran igual, que este trabajo es demandante pero muy satisfactorio; meses después me cambiaron a la Ciudad de Zamora donde al igual que en la Ciudad de Morelia trabajaba a la par que mis compañeros, debo decir que los jefes o comandantes nunca me tuvieron consideraciones especiales por mi condición de mujer y eso se los agradezco, pues me hicieron más fuerte e incluso sobresalir ante muchos de mis compañeros aun y cuando en ese entonces el ser Policía era un trabajo casi exclusivo del sexo masculino, me enfrente a situaciones de riesgo propias del trabajo policial, vi morir a varios de mis compañeros en enfrentamientos con delincuentes e incluso recibí un disparo en una mano en el rescate de un secuestrado, todo ello lo asimile y entendí como parte de mi trabajo, me hice mas fuerte física y mentalmente, o al menos eso creí, pues una tarde recibí una llamada telefónica de una de mis hermanas que me dijo que la salud de mi madre había empeorado, en ese momento me trasladé a Huiramba y aun la encontré con vida, quise decirle la verdad , quise decirle en que trabajaba pero no pude… una hora después falleció, a mis hermanos si les dije en ese momento en que trabajaba, además era evidente, pues ya vestía igual que los Policías Judiciales de aquella época, no me importaron los reclamos pues para mí era y es un orgullo ser Policía. Tiempo después hubo rotación de personal y me regresaron a Morelia donde continúe trabajando con las mismas ganas que cuando ingrese a la corporación, finalmente el esfuerzo rindió frutos pues fui ascendida a Jefe de Grupo, de hecho fui la primer mujer en ostentar ese cargo en la historia de la Procuraduría de Justicia del Estado. y no solo ese, pues años después fui ascendida a Segundo Comandante ya de la Policía Ministerial, ya que meses atrás dejó de llamarse Policía Judicial; aunque ese último ascenso me hizo más daño que bien, pues en el cambio de administración (del gobierno de Víctor Manuel Tinoco Rubí) el entonces Procurador trajo varios ex elementos de la entonces Policía Federal quienes ocuparon las comandancias locales y foráneas y por ende necesitaban las escasas plazas de comandantes, y sin más me exigieron la renuncia, en pocas palabras me despojaron de mi trabajo, con lagrimas en los ojos por el coraje e impotencia entregue la credencial y las armas y salí por la misma puerta que ingrese años atrás, no sentí que dejaba mi trabajo, sentí que dejaba mi propia vida, mis sueños, mis ilusiones, sin duda alguna unos de los golpes bajos que te da este trabajo y para lo cual nadie te prepara; ya con la mente fría recurrí a algunas amistades, de esas que se dan en esta maravillosa profesión y me invitaron a trabajar en el sistema penitenciario de la Ciudad de México donde permanecí por espacio de diez años, pero la nostalgia y los gratos recuerdos de mi Estado natal me hicieron regresar a este y reincorporarme a la Procuraduría de Justicia (2008), en realidad no tuve problema alguno para regresar a la Policía Ministerial y creo que ello se debe a mi historial en la corporación, regrese con las mismas ganas que cuando ingresé por primera vez; pero esta vez consiente del cambio en el sistema de Justicia, decidí prepararme académicamente, así que me di el tiempo y espacio de estudiar la Licenciatura en Derecho.
Cuando me preguntan si me case siempre respondo SI, me case con mi trabajo, pues le he dado todo a la Policía y esta me ha dado todo lo que tengo; hijos?, en cierta forma si, pues al fallecer una de mis hermanas dejó en la orfandad a dos niños los cuales me vi en la obligación de criar y educar, e incluso tuve que llevarlos conmigo a donde estaba adscrita, dejándolos siempre al cuidado de personas responsables…llevarlos por la mañana y recogerlos solo por las noches era la rutina, esperando con ansias el descanso quincenal para subsanar el poco tiempo que los veía, las arduas jornadas laborales eran bien recompensadas con las sonrisas y muestras de cariño que mis sobrinos me profesaban, ver sus inocentes miradas, su tierna sonrisa y escuchar un “te quiero”, hacía que olvidara el cansancio; no faltaron los sustos y desvelos cuando mis niños enfermaban, pero cada instante a su cuidado valió la pena; gracias a ello supe lo que era ser mamá, aprendí a combinar el trabajo de Policía y el de ser madre, aprendí a separar ambas cosas y me preocupe siempre por darles y ser un buen ejemplo. Creo que lo hice bien, pues aquella niña que estuvo a mi cuidado vive ahora un sólido matrimonio, mientras aquel infante que fue el que más sustos por enfermedad me dio, decidió seguir mis pasos y actualmente es también Policía Ministerial en esta Entidad; ello me llena plena satisfacción, estoy orgullosa de ser mujer, de ser madre…de ser Policía.
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