La otra risita nerviosa de esta semana en la mañanera, la provocó Ernesto Zedillo con su participación, el 15 de septiembre, en la Conferencia Anual de la Asociación Internacional de Abogados (IBA, en inglés), donde criticó la reforma al Poder Judicial. El ex presidente de México no dijo nada nuevo. Que AMLO quiere una tiranía, ya lo sabíamos muchos. La propia Xóchitl Gálvez lo advirtió. Así que no hay que darle mayor valor a un aparente acto de valentía.
Tampoco fue novedoso que rompiera su silencio para hablar sobre México, porque el 1 de noviembre del año pasado, en la mesa del Foro Global 2023 «Origen y consecuencias de la trampa del predesarrollo mexicano» que organizó el Instituto Pearson, Zedillo Ponce de León expresó su desprecio al populismo y por tanto a la candidata de la 4T:
“Me gustaría que llegue (a la Presidencia) alguien que escuche a la gente y reconozca lo complejo que son nuestros problemas. Pero también alguien que no explote esas necesidades creando un discurso demagogo, prometiendo cosas que no serán cumplidas, que no divida a la sociedad, que impulse las reformas que nuestros países necesitan”.
Lo rescatable sobre Zedillo, son los lodos que removió sobre el pasado de López Obrador y que el montonal de columnistas le dieron duro con la cuchara molera para recordar lo traicionero, mal agradecido y corrupto que siempre ha sido.
Raymundo Riva Palacio le recordó que fue Zedillo, fue quien lo protegió de violaciones graves a la ley con las tomas en 1996, de 51 pozos petroleros por supuestas afectaciones a campesinos y pescadores. Fue Marcelo Ebrard, segundo de a bordo de Manuel Camacho, entonces jefe del DDF, quien le entregó ocho millones de pesos en efectivo para bajarle a su alboroto.
“Esa toma de pozos, sin embargo, provocó una situación muy peligrosa en un bloqueo, porque López Obrador, sin saberlo, movilizó a campesinos a un puente que debajo tenía materiales químicos almacenados que podían explotar. Las autoridades federales decidieron desalojarlos al costo político que fuera, y en el operativo golpearon a López Obrador en la cabeza. Personas que vivieron ese momento recuerdan cómo quedó pasmado por el miedo, mientras sus cercanos se lo llevaban a un escondite”.
Por las tomas, Pemex presentó 14 denuncias por obstrucción a sus centros de trabajo y la PGR obtuvo ordenes de aprehensión en su contra. Y como siempre, usando a las mujeres. Mandó a su esposa Rocío Beltrán a interceder por él. Convencieron a Ernesto Zedillo y no lo detuvieron.
Se refugió en la Ciudad de México, y quienes le consiguieron el departamento de Copilco, fueron los priístas Enrique Jackson y José Carreño Carlón. En 1988 deja el PRI y se va al PRD. Continúa Riva Palacio: “Buscó la jefatura de Gobierno capitalina. Legalmente no podía aspirar a ese cargo porque no cumplía con el requisito de residencia, por lo que otro perredista, Pablo Gómez, actual titular de la Unidad de Inteligencia Financiera, lo denunció. Por presiones en el PRD, Gómez se desistió, pero su denuncia fue retomada por el PRI, que la presentó ante el Instituto Electoral del Distrito Federal. López Obrador dijo que se trataba de un ardid con pruebas falsas para evitar que contendiera. Las autoridades electorales se perfilaban a declarar la inelegibilidad de su candidatura, pero intervino nuevamente Zedillo y le ordenó al PRI que retirara su queja. Así lo hizo y López Obrador se convirtió en jefe de Gobierno, la plataforma que lo llevó a la Presidencia”.
Pablo Hiriart le reprocha a Zedillo, que haya actuado demasiado tarde respecto a la reforma Judicial. “Tuvo en sus manos frenar a un defraudador de la ley, y lo impulsó. Fue el único expresidente –junto con Echeverría– que calló cuando las cosas debieron decirse y advertir a su público natural, banqueros y grandes empresarios que después se subieron al tren de la 4T, que AMLO era un peligro para México. Lo hace ahora cuando AMLO ya se va del gobierno y el país pierde su democracia”.
Pero, a ver. No hay que perder el enfoque: El “pueblo sabio” no le dio la mayoría calificada a la 4T en el Senado, solo 83 escaños. La reforma Judicial la propuso López Obrador, pero sin el voto traicionero de Aracely Saucedo, Sabino Hernández, Miguel Ángel Yunes y la sospechosa ausencia de Daniel Barreda, no hubiera pasado. En otras palabras, quienes “sentaron las bases para que México se convierta en una tiranía”, como dijo Zedillo, son estos nuevos “antipatrias” que, paradójicamente, salieron de las filas de la propia alianza opositora…
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