Pero en lo que estaba.
La tercera lección que refiero del profesor Enrique Olivares vino acompañada de muchos recuerdos de cómo ganaba hace 60 años el PRI, a través de sus “mapaches”: carruseles, operativos tamal, los zapatos, urnas embarazadas, robo de paquetería, cooptación de opositores y votantes y desde luego, amenazas y hasta violencia física.
No hay dudas de que este 2 de junio fue una elección de Estado, muy bien organizada y estructurada desde la esfera del poder público y político -mayorías en las cámaras Baja y Alta y 23 gobiernos estatales y cientos de municipales-; con el control de los recursos económicos, de los flujos de información y los medios de coerción e intimidación a la crítica y la oposición.
Pero al margen de todo esto, hay una ventaja que el partido en el poder aprovechó -como en tiempos del viejo PRI- para servirse con la cuchara grande: la incapacidad de la coalición PRI, PAN, PRD y las redes ciudadanas “Xochitlovers”, para vigilar las 169 mil casillas con representantes de partido, y revisar minuciosamente que “servidores de la nación” y empleados de gobierno no participaran como funcionarios en centros de votación.
Esto puede explicar, desde mi mirada, tantas inconsistencias reclamadas por la oposición, como los zapatotes, fajos de boletas cruzadas a favor de Morena, la clonación de papeletas, en fin. Que estas irregularidades modifiquen el sentido de la votación, desde luego, pero la putiza pudo ser menor. Entonces, tiene razón Xóchitl Gálvez al afirmar que fallaron los partidos, por descuidos tan elementales como el que refiero. ¿Qué pueden alegar si no tuvieron “ojos” en todas las casillas para demostrar que se recurrió a los viejos recursos del chancullo?
El domingo 2 de junio, Morena fue el único partido que tuvo representantes en el 100 por ciento de las casillas; el Verde Ecologista logró una cobertura del 50 por ciento -y sí que aprovechó la ocasión para consolidarse como la segunda fuerza política en la Cámara de Diputados-. El PRI inscribió representantes solo en 42 por ciento de las casillas, el PAN en 40 por ciento y el PRD en 12 por ciento; mejor cubrió Movimiento Ciudadano el 25 por ciento y PT, 23 por ciento.
Así, igualito, se chingaba el viejo PRI a la oposición pero a gran escala.
El martes 11, en la rueda de prensa semanal, el dirigente estatal del PRD, Octavio Ocampo, aceptó que los partidos de la coalición Fuerza y Corazón por México no tuvieron la fuerza suficiente para enfrentar la elección de Estado, incluso en cuanto a recursos económicos.
En el caso de Michoacán, el PRD no pudo contar con representantes en todas las casillas. “No -explicó- por falta de gente, sino de recursos. Por lineamientos tenemos que reportar como gasto el pago por este servicio al militante; si bien se supone que se hace por convicción hay que registrarlo. Entonces, nos dicen en Nahuatzen que se tienen que ir a la cabecera Paracho: -Me voy a gastar mil pesos y en la tarjeta me depositan 500, ¿a qué voy por los 500? y mucha gente decidió no estar en las casillas, no porque no tenemos estructuras.
Ocampo Córdova reconoció que esto es parte de las muchas dificultades que mermó la votación a su favor. Puso ejemplos: en el cómputo distrital de Huetamo no aparecieron las boletas correspondientes a Tiquicheo; en Zitácuaro aparecieron boletas tachadas de Ocampo; en Puruándiro les perdieron 500 boletas y bueno, en Lázaro Cárdenas se grabó a esta funcionaria del INE con la mochila llena de boletas y las deposita. En otros municipios, como Tumbiscatío, no se nos permitió ya saben por quienes”.
El dirigente perredista dio a conocer que en el caso de que la Sala Superior del Tribunal Electoral confirme la pérdida del registro nacional, “inmediatamente comenzaremos con el trámite como partido local, pues somos el segundo en gobernar el mayor número de municipios y contamos con dos curules en el Congreso”. Lo mismo sucederá en Aguascalientes, Baja California Sur, Ciudad de México, Morelos, Estado de México, Oaxaca, Guerreo, Tabasco, Tlaxcala y Zacatecas, Sonora y San Luis Potosí.
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