(Cuculus Canorus)
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Morelia, Michoacán, 04 de junio de 2024. ¡Perro, maldito, poco hombre, cobarde, come cuando hay, abusivo, desgraciado, maldiiiito… mil veces maldiiiiiito!, eran las frases de la furibunda y regordeta mujer que a todo pulmón le dedicaba los insultos a Richard, que a su vez hacia oídos sordos y apresuraba el paso tratando infructuosamente de meter la llave en la cerradura, sin embargo los nervios hacían presa del mecanógrafo que sin levantar la mirada entre dientes decía; “pinche vieja hija de la chingada, nada más porque embarace a su hija cree que tiene derecho a insultarme cada vez que me ve, y lo malo es que la tengo de vecina”. El autor de este relato y testigo presencial de la cómica escena, aguantaba la risa y cuidaba que la agresiva mujer no fuera a arrojar el ladrillo que sostenía en sus manos y diera en mi humanidad o en mi carro (que aun debo), sin embargo una vez que Ricardo entró a su departamento, la ofendida mujer también hizo lo mismo y fue ahí donde empezó mi suplicio pues la pregunta era más que obligada…porque te insulta esa señora Richard? pregunte extrañado, aun con el rostro desencajado y las manos temblorosas de coraje Ricardo empezó su relato… Mira hace como cuarenta años la Procuraduría estaba en el mero centro de la Ciudad, entonces el Gobernador del Estado ordenó que se hiciera un edificio propio y fue que construyeron el edificio que ahorita está en remodelación, ese donde están los cajeros automáticos y las maquinas de refresco, ahí donde esta ALFA Y ECO, ese donde también esta… ya cabrón, lo interrumpí, si se cual, ese edificio que, bueno, continuó el sindicalizado, pues como yo entre a trabajar a la Procuraduría ya donde está el edificio que… bueno para que me entiendas donde está la cacha de fut bol, donde se jugó el último torneo interno que ganó robos porque le metió tres goles a uno a secuestros… bueno ahí, pues resulta que yo vivía con unos compañeros en Lomas del Valle, ahí cerca del bar Memphis, que ese bar por cierto… ha sí, no me acordaba que es de tu comadre, bueno pues como te decía, ahí vivíamos varios compañeros y entonces una vecina me tiraba el can bien cabrón y nunca usaba calzones y cuando su mamá se iba a trabajar, pues la pinche vieja se metía a mi cuarto y pues que querías cabrón, entonces un día que me llama su mamá y me dice, a ver cabroncito para que de una vez lo sepas, y le dice a su hija, ándale pendeja, dile, y la vieja se me queda viendo, se agacha y me dice, es que…estoy embarazada ¡no mames! Se me cayeron los huevos; pero ni modo, ya estaba hecho, y que hiciste pregunté sorprendido, como que, respondió, pues hice lo que cualquier hombre responsable y en su sano juicio haría, “ese mismo día que me cambio de casa y que me le pelo”, pero no mames cuando nació la niña que me demanda el reconocimiento de paternidad, pero el secretario del juzgado donde me presentó la demanda es mi cuate y pues la vieja se desesperó y al último se desistió, ahora el pedo es que cada vez que me ve, me insulta la pinche araña y para acabarla de chingar la tengo de vecina… y la hija de la señora qué? Cuestioné, no, con ella no hay pedo respondió Ricardo, ella no me dice nada, me la encuentro de frente, casi chocamos nuestros hombros y no me dice nada… bueno, cada que eso sucede si me mete un madrazo en el pecho, ¡pero no me dice nada¡. El relato de esa parte de la dramática y tormentosa vida de Ricardo se prolongó por tres horas más, mismas que tuve que chutarme nada más por preguntón, pero que podía yo hacer si ya sé que… ASI ES RICARDO.
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