Atzimba Ponce/ agenciaesquema.com
Capula, Michoacán a 13 de junio.- Enclavado en las colinas del estado de Michoacán, México, el pequeño pueblo de Capula emerge como un bastión del arte y la tradición alfarera. Sus calles adoquinadas y sus casas pintorescas dan testimonio de una historia rica y arraigada en la producción de cerámica, una tradición que se remonta a siglos atrás.
La comunidad de alfareros de Capula no solo representa una forma de vida, sino también un vínculo vital con la historia y la identidad cultural de México. Su trabajo refleja la belleza y la creatividad del pueblo mexicano, atrayendo a visitantes de todo el mundo para admirar, sin embargo, este arte a veces no es valorado.
Los alfareros de Capula han heredado su oficio de generación en generación, pasando de padres a hijos el conocimiento y la destreza necesarios para dar vida a obras de arte únicas. Desde la selección del barro adecuado hasta el modelado y la decoración final, cada pieza es el resultado de una cuidadosa labor artesanal y un profundo respeto por la tradición.
Caminar por los talleres de Capula es adentrarse en un mundo donde la creatividad se combina con la habilidad técnica para dar forma a la arcilla. Los alfareros trabajan con maestría, utilizando técnicas ancestrales y herramientas simples para transformar la materia prima en piezas de arte que reflejan la identidad cultural y la esencia del pueblo.
El proceso de creación de la cerámica en Capula es un ritual que sigue los pasos de sus antepasados. Comienza con la extracción del barro de las cercanas colinas, seguido por el amasado y el moldeado de la arcilla según las formas tradicionales. Una vez modeladas, las piezas se dejan secar al sol antes de ser decoradas con motivos inspirados en la naturaleza y la vida cotidiana.
Una visita a los talleres de Capula es una experiencia imperdible. Aquí, entre el aroma del barro fresco y el calor de los hornos ancestrales, se encuentra un tesoro cultural que trasciende el tiempo y el espacio, invitando a todos a descubrir la magia de los alfareros de Capula.
E l paso final es la cocción en hornos de leña, donde el fuego transforma la arcilla en cerámica, infundiendo a cada pieza un carácter único y una belleza incomparable.
A pesar de los desafíos modernos y la presión de la industrialización, los alfareros de Capula se aferran con orgullo a su herencia cultural. A través de su trabajo, no solo preservan una tradición centenaria, sino que también la renuevan, incorporando nuevas técnicas y diseños que atraen a una audiencia global.
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