No solo se debe intentar, se debe lograr.
Vivimos en una cultura que valora el esfuerzo y la intención, reconociendo el «intentar» como un primer paso noble. Sin embargo, la frase que titula la tarea de este día nos reta a trascender esa fase inicial y a adoptar un enfoque más comprometido y decidido.
Intentar puede ser visto como un acto de duda o de preparación, donde muchas veces nos quedamos en la zona de confort. Decir
«intento» puede implicar un permiso para el fracaso, una forma de justificar el no lograr una meta. En cambio, el imperativo de «lograr» nos obliga a adoptar una mentalidad de responsabilidad y determinación. Nos invita a preguntarnos: ¿Qué es lo que realmente quiero lograr? ¿Qué pasos concretos estoy dispuesto a tomar para que eso suceda?
El enfoque de «lograr» implica un compromiso profundo. Es reconocer que no todos los esfuerzos llevarán al éxito inmediato, pero cada intento también se convierte en una lección valiosa. La perseverancia se convierte en nuestra aliada, y cada obstáculo puede ser visto como una oportunidad para crecer y aprender. Este cambio de perspectiva transforma los fracasos en peldaños hacia el éxito.
Al final, lo que cuenta no es solo la intención, sino la capacidad de convertir esas intenciones en realidades concretas.
Bendecido miércoles.
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