Al que tocaba responder al nerviosismo de los mercados financieros, es desde luego al presidente saliente porque su mandato concluye hasta el 31 de octubre. Pero ¿que tenía que anunciar en la mañanera de este lunes, el primer nombramiento en el gabinete de Claudia, con Rogelio Ramírez de la O, su secretario de Hacienda? Ni el nombre ni el mensaje apaciguó a los inversores; apenas unos centavos de ganancia que se debió a la inyección de dólares al mercado para contener la subida, pero ayer nuevamente a unos centavos de tocar los 18 pesos.
En esa mañanera, Luisa María Alcalde, secretaria de Gobernación, le madrugó a la presidenta del INE, Guadalupe Tadeei, y declaró la mayoría constitucional de la 4, en la Cámara de Diputados y a un pelito, en el Senado de la República, ello, cuando aun ni comenzaba el cómputo definitivo en los 300 comités distritales. Es la primera señal de que el control de las elecciones en México regresarán a manos de Segob.
El segundo nombramiento, el enlace para la transición, si se lo dejó a Claudia, pero es un obradorista como todos los que la acompañarán. El único claudista de origen es Omar García, pero recordemos que el Presidente se lo vetó como candidato a la gobernatura capitalina. Entonces, ¿qué va a pasar cuando desde “La Chingada” le pidan algo o recomienden a alguien, sin pasar por el despacho de la Presidenta?
Aterrizo que seguiremos en la “cuarta transformación” con todas sus virtudes y defectos. Haiga sido como haiga sido, decía Felipe Calderón. Por los programas sociales, los votos de los generadores de violencia, la apatía y el conformismo de quienes piensan que ya no nos puede ir más mal. Pero solo son apariencias. Tal vez, porque la mayoría de los que votan ya se cansaron de la alternancia en el poder: el PAN gobernó dos sexenios y en 2012 le dio nuevamente chance al PRI; no resultó y en 2018 apostó por López Obrador que se renueva este 2024. De lo que resulte de una presidenta atada y dependiente a un caudillo tan fuerte y poderoso que solo ve a través de sus propios ojos, quien sabe si la 4 continúe más allá del 2030.
Pero todo es apariencias. Cada quien ve lo que quiere ver y a partir de ahí, interpretar la realidad.
Lo único que lamento de esta continuidad de la 4, es que todos los casos de corrupción de los hijos, parientes, colaboradores y amigos de López Obrador no serán investigados y menos sancionados. René Gavira, el chivo expiatorio del desfalco por 15 mil millones de pesos, estará un tiempo en prisión hasta que se olvide el caso; sin INAI, nunca sabremos cuánto realmente costaron las obras y cuánto se chingaron con el AIFA, el Tren Maya y la Refinería de Dos Bocas. La transparencia y la rendición de cuentas pasarán a la historia. Como en los mejores tiempos del viejo PRI ahora con traje guinda.
El baño de sangre seguirá y la economía criminal dominando cada vez más territorio. Serán apariencias, porque no todos vemos la misma realidad…
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