Elige tu dificultad.

Cada elección que hacemos conlleva un sacrificio, porque al decir “sí” a una cosa, inevitablemente estamos diciendo “no” a otra. En este juego de decisiones, la dificultad es inevitable, pero lo que sí podemos decidir es qué tipo de dificultad queremos enfrentar.

Optar por una vida saludable implica esfuerzo: levantarse temprano, hacer ejercicio, rechazar ciertos alimentos que nos tientan. Pero no elegir este camino nos lleva a otra dificultad: lidiar con la fatiga, problemas de salud y la frustración de no sentirnos bien con nosotros mismos. ¿Cuál de esas dificultades preferimos enfrentar?

Ser emprendedor es incierto, retador y muchas veces solitario, pero nos da libertad y crecimiento personal. No arriesgarse también es difícil: vivir con deudas, estar atrapado en una rutina que no nos satisface, depender de factores externos. Ambas rutas tienen sus obstáculos, pero el camino que elijamos determinará el tipo de dificultad con la que aprenderemos a convivir.

Hay circunstancias que escapan de nuestro control, como la pérdida de un ser querido o una adversidad inesperada, y en esos casos, no hay elección, solo aceptación y proceso. Sin embargo, en muchas áreas de la vida tenemos margen para decidir cómo actuamos, cómo enfrentamos la dificultad y qué actitud elegimos ante ella.

La clave está en encontrar propósito en la adversidad, en recordar que incluso lo más duro puede llevarnos a una mejor versión de nosotros mismos. No hay vida sin desafíos, pero sí hay poder en elegir qué desafíos queremos enfrentar.

Bendecido lunes.

Redacción Agencia Esquema

Ver todas las publicaciones

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *