“Imagina la vida como un juego de malabares con cinco pelotas. Las llamas: trabajo, familia, salud, amigos y espíritu. Mantienes las cinco pelotas en el aire. Pronto te darás cuenta que la pelota «trabajo» está hecha de goma. Si la dejas caer, rebotará. Pero las otras cuatro pelotas -familia, salud, amigos y espíritu- están hechas de cristal. Si dejas caer cualquiera de ellas, se rasparán, marcarán, tendrán rasguños, se dañarán o incluso se destruirán de manera irreversible. Nunca volverán a ser las mismas. Tienes que entender esto y luchar para un equilibrio en tu vida”.

Equilibra lo más valioso de tu vida.

La metáfora de Brian Dyson, con la que iniciamos la reflexión de este lunes, es una invitación a replantear nuestras prioridades en una actualidad que constantemente nos empuja a medir nuestro valor por la productividad y el rendimiento profesional. Su reflexión nos recuerda que el trabajo —aunque importante y necesario— es solo una parte del todo, y no la más frágil.

La familia, la salud, los amigos y el espíritu son como vasos sagrados: frágiles, únicos e irreemplazables. Cuidarlos no es una opción secundaria, sino una responsabilidad vital. En la vorágine diaria, olvidamos que somos más que nuestras metas laborales; somos relaciones, emociones, alma y cuerpo. El equilibrio, entonces, no es un lujo, sino una forma de sabiduría profunda que nos permite vivir plenamente, sin perder lo que realmente importa.

La invitación es clara: trabaja con pasión, sí, pero vive con consciencia. Porque cuando el espectáculo del malabarismo acabe, lo que verdaderamente definirá nuestra vida no será cuántas pelotas mantuvimos en el aire, sino cuáles supimos proteger con amor.

Que tengas un martes bendecido.

Redacción Agencia Esquema

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