Necesidad vs. pretexto.
A veces la vida nos pone frente a una duda: ¿esta necesidad que siento es genuina o simplemente es un pretexto? Muchas veces nos contamos historias para justificar un antojo, un gasto o una decisión. Por ejemplo, “me merezco ese postre porque tuve un día difícil”, o “necesito comprar algo nuevo para sentirme mejor”. Y sí, en parte es cierto: todos necesitamos recompensas, espacios de descanso y un poco de alegría.
La diferencia está en la raíz de lo que sentimos. Una necesidad genuina nos impulsa hacia el bienestar real: descansar porque el cuerpo lo pide, conversar porque el corazón necesita ser escuchado, o invertir en algo que de verdad nos ayuda a crecer. El pretexto, en cambio, es pasajero: calma una incomodidad momentánea, pero no llena de verdad.
Cuando aprendemos a escucharnos con sinceridad, la duda se convierte en maestra. Descubrimos que no se trata de juzgarse, sino de elegir con consciencia. Preguntarnos: ¿esto me acerca a lo que quiero de verdad, o solo es un alivio inmediato? Esa pregunta sencilla nos devuelve al presente y nos permite distinguir lo auténtico de lo aparente.
La necesidad genuina construye, el pretexto solo entretiene. Escuchar el corazón con calma siempre nos muestra la diferencia.
Bendecido miércoles.
