agenciaesquema.com
Querido cuerpo,
La vida pasa tan deprisa que me falta tiempo para estar contigo conscientemente. Sé que estas ahí, que te debo cada movimiento y cada pensamiento y, aun así, a veces te siento distante, como si mi mente funcionara sola, como si no hubiera un cuerpo físico dándole soporte por eso me siento a escribirte esta carta después de tantos años sin tratarte bien.
No te niego que no sé muy bien por dónde empezar. ¿Me escucharás? Si lo haces, después de mi descuido y mi mal trato, realmente debes quererme mucho.
La razón de estas letras tiene su origen en una frase que leí el otro día: “Sólo cuando me acepto a mí mismo, sólo entonces puedo cambiar”. Creo que es de un tal Carl Rogers, aunque quién sea el autor me da igual. Sólo sé que leer algo así me supuso tal alivio y esperanza.
Por eso cuando leí que aceptarme era compatible con cambiar, decidí dedicarle una reflexión, porque a pesar de todo, mi deseo de ser feliz está por encima de cualquier cosa. Esta carta es un primer paso. He decidido que a pesar de que no me gusta algunas cosas de ti querido cuerpo voy a empezar a hablarte con cariño, necesito que nos reconciliemos. Debemos recorrer juntos un camino y nos conviene llevarnos bien.
Hay cosas de ti que no me gustan, que quiero mejorar. Pero comienzo este camino dándote las gracias:
Gracias por estar vivo
Gracias por llevarme a donde necesito ir
Gracias por permitirme relacionarme con otros
Gracias por seguir conmigo
Gracias por ser único
Gracias por ser bello
Te prometo que aceptarte no va a significar conformarme con una salud precaria. Aceptarte como eres (pero como eres de verdad) y ganar salud y calidad de vida será mi objetivo.
Quizás, después de estas palabras, suceda más pronto que tarde y que, sin darnos cuenta, volvamos a estar unidos de nuevo bajo una misma consciencia.
No hace falta que me agradezcas estas líneas, el placer ha sido mío.
Escrito por Ana Aizpún.
Bendecido miércoles.
Deja un comentario